Miércoles 13 de enero 2021

Hemos repetido hasta el cansancio que la escuela era pública, gratuita y obligatoria. Hubo grandes debates respecto al contenido de los términos “gratuita”, “pública” y “laica”, pero ese debate está ausente con la palabra o el concepto de “obligatoria”. ¿Qué se entiende por educación obligatoria? Algunos suponen que el Estado está obligado a proporcionar educación, a educar al soberano como diría Sarmiento. Puede ser. La otra interpretación es que los padres están obligados a enviar a sus hijos a las escuelas. Soy hijo de directores de escuela y me consta que en mi infancia la policía se hacía presente en la casa de alguna familia que no enviaba a sus hijos a la escuela para obligarlos a cumplir con la ley. Quienes pensaron o imaginaron nuestro sistema educativo era al mismo tiempo lo suficientemente realistas como para saber que si no se incluía la obligatoriedad todo el sistema educativo se caía a pedazos. Obligatoria y por lo tanto coercitiva. Esto permitió no solo la asistencia escolar de niños que sin el temor a la sanción sus padres hubieran encontrado excusas par no enviarlos a la escuela, sino que además, y esto es lo decisivo, fue creando hábitos a lo largo de generaciones, motivo por el cual la inmensa mayoría de las familias llegaron a considerar “natural” enviar a sus hijos a la escuela. ¿Por qué esta disquisición? Porque ese hábito adquirido, repito, a través de generaciones corre el riesgo de romperse no por culpa de la pandemia sino de los sindicalistas de la educación que han decidido cerrar las escuelas con el cual empieza a quebrarse el principio de obligatoriedad. La faena ya han realizado durante todo el 2020 y, tal como la manifiestan en sus declaraciones, están dispuestos a hacerlo para el 2021. El sueño del pibe. Los sindicalistas que en su momento hicieron de la huelga salvaje un acto cotidiano ahora lisa y llanamente no dan clases. Y no me vengan con el cuento de que las clases no presenciales cumplen con este objetivo porque ese cuento no se lo creen ni las ni Blancanieves ni Caperucita Roja. Los chicos sin clases, privados del aporte decisivo de la sociabilidad y el país la a punto de quebrar un hábito educativo virtuoso como es o fue la obligatoriedad.

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