Crónicas santafesnas

 

I

Deben ser las ocho o nueve de la mañana. Viernes 16 de mayo de 1969. Estamos mateando en la cocina de casa. Somos seis o siete muchachos. Todos estudiantes. Mateamos y escuchamos la radio. El informativo dice que en la ciudad de Corrientes fue asesinado el estudiante Juan José Cabral. La noticia la sabemos desde anoche. No sé cómo llegó pero estamos al tanto. Ahora nos vamos enterando de algunos detalles, de los pocos detalles que puede dar la radio en tiempos de dictadura militar. Los estudiantes correntinos se movilizaron por el aumento de los tickets del Comedor Estudiantil. El aumento no fue de algunas monedas, era del 500 por ciento. Si se aplicaba, muchos muchachos debían abandonar sus estudios. Salieron a la calle a protestar. Todo el mundo los apoyó: la iglesia, la CGT, los partidos políticos, los vecinos. La represión fue dura. Además de los garrotes y los gases lacrimógenos dispararon desde un auto policial contra los manifestantes. Una bala le quitó la vida a Cabral. Tenía 24 años, era de Paso de los Libres y estudiaba Medicina.

 

II

Nunca me voy a olvidar de esas horas en la cocina de aquella casa de estudiantes. No me voy a olvidar del sabor del mate, de la luz que entraba por el ventanal de la cocina, de la casa de 4 de Enero al 3800, cerca o al lado de las vías. No me voy a olvidar del clima conspirativo de esas horas, de la llegada de muchachos a nuestra casa con los rostros afligidos. Me acuerdo de los nombres de los amigos que esa mañana de 1969 mateábamos en la cocina mientras arreglábamos detalles sobre lo que debíamos hacer: Alberto, Pinqui, Coco, Toño, Nicki, el Indio. En algún momento llega Pepe. Nos informa que dos estudiantes de la federación de estudiantes de Corrientes fueron detenidos en la terminal de ómnibus de Santa Fe. A la siesta está convocada una reunión de todas las agrupaciones estudiantiles de la UNL para decidir lo que hay que hacer. Con Coco y Pinqui nos vamos esa misma mañana a Derecho. Recuerdo el hall de la facultad, grupos de estudiantes hablando en voz baja, rumores y voces, ese clima que se crea cuando algo importante está por suceder. Se ratifica la reunión de todas las agrupaciones políticas a las tres de la tarde.

 

III

En el Comedor estudiantil se celebra un pequeño acto para explicar lo que está ocurriendo. Un flaco alto, desgarbado, de saco azul, se para en una silla e informa sobre el asesinato del estudiante Cabral. Aplausos y cánticos: «Paredón, paredón, asesinos de Cabral y Pampillón». Para los menos informados, Santiago Pampillón fue el estudiante de Córdoba asesinado durante las movilizaciones contra el golpe de Estado del general Juan Carlos Onganía en junio de 1966. Salimos del comedor, cruzamos bulevar y nos instalamos en una mesa del bar Maiami (así dice el letrero). En la vereda, en la esquina de bulevar y 1º de Mayo. Pedimos cerveza y café. Yo hace unos meses que estoy estudiando pero en esos días conocí más muchachos que los que había conocido desde que llegué a la facultad. Se habla con respeto reverencial de dirigentes estudiantiles nacionales. De Jorge Rocha, de Yaco Tieffenberg, de Sergio Karakachoff, de Ernesto Jaimovich, de Freddy Storani. Se rumorea que la policía de Corrientes ordenó la captura del Cuervo Gervasoni, presidente de la Federación de Estudiantes. Dos años después el Cuervo se instalará en Santa Fe. A veces fuimos amigos, a veces nos peleamos.

 

IV

No sé bien por qué motivos Alberto me pide que lo acompañe a la reunión de agrupaciones prevista para las tres de la tarde. Nos vamos caminando por bulevar. Siesta soleada y fresca. La casa está en calle Saavedra, entre Obispo y bulevar. Es una casa vieja, de esa denominada «chorizo», con un patio enorme y una suerte de corralón viejo al fondo. Hoy la casa no existe, la devoró el progreso. Los estudiantes van llegando en grupos de a dos o de a tres. Se saludan, a veces con cordialidad, a veces con un gesto hosco. Yo miro y escucho. No conozco a nadie y por supuesto nadie me conoce a mí. Llega Marcelo Stubrin, Ricardo Lafferriere y Roberto Garín. Radicales por el FAUDI. Habla la Mona Rolfo, rubio, grandote, más pinta de rugbier que de líder revolucionario; lengua agresiva y bueno para las piñas. Lo acompaña Benavento. En otro costado, están los del Ateneo. Es la primera vez que lo veo al Turco Obeid, a Juan Parteni y a Yeye Chabrillón. Por la llamada izquierda nacional están Tati Vieyra y Guillermo Gigliani; por el PRT, llegan Santiago Kraschuk y Nikita Kilcovich; casi a último momento caen los peronistas de Integralismo. Esa siesta de mayo de 1969 conocí a Lorenzo Ávalos, el negro Ávalos, bajito, pícaro, picante para la chicana. Por los «Malenas» está Federico Manchón y Mirta Mántaras; por Vanguardia Comunista, el Negro Sánchez y Pelusa De Luca. Y por la Juventud Comunista, la Fede, Alberto Ford. Yo no me menciono, porque en esa reunión soy lo más parecido a un cero al as. Clima de época. Solo hay tres mujeres: Mirta Mántaras, Estela Perreta y Charito, la hermosa, sugestiva y misteriosa Charito.

 

V

De aquella reunión tengo presente el lugar, la escena, los rostros y las palabras. No las voy a olvidar nunca. No entendía nada, pero todo me parecía importante. Primer debate: ¿La marcha sale desde los barrios o por calle San Martín? Hay una propuesta de «Marcha del Silencio» a iniciarse en la esquina de San Martín y La Rioja. Curiosamente, el Ateneo, sospecho que los únicos creyentes en ese ambiente, no está muy de acuerdo. Los «chinos» dicen algo parecido. No a la estudiantina pequeñoburguesa (después voy a escuchar esa palabra, proferida como un insulto, hasta en la cama) marchar con los trabajadores. Luego el debate por las consignas. Unos hablan de un «gobierno popular» y otros de un gobierno «obrero y popular». Para mí es lo mismo, pero está visto que no es lo mismo. Algo parecido ocurre con las consignas estudiantiles. ¿Universidad abierta al pueblo o universidad del pueblo liberado? Se sacan los ojos por esa consigna y yo no puedo entender cuáles son las diferencias. Alguien cita a Lenin y postula que «lo espontáneo es el embrión de lo consciente». Ahí me di por vencido.

 

VI

La reunión termina alrededor de las cinco, seis de la tarde. Cuando salimos cae la tarde. Nos desparramamos en diferentes direcciones. Se acordó convocar a una marcha el lunes 19 de mayo a las 18 horas, marcha que se iniciará en la esquina de San Martín y La Rioja. Para el sábado están previstos una serie de «actos relámpagos» en el centro. Pequeños grupos de estudiantes que se reúnen en una esquina, entonan cánticos, tiran un par de bombas de estruendo y a correr antes de que llegue la policía. «Paredón, paredón asesinos de Cabral y Pampillón», es la consigna. La gente nos mira sorprendida, pero sin temor y hasta con simpatía. Todo el sábado nos dedicamos a esos actos. Curso acelerado de «molotov», de «miguelitos» y agilidad extrema para eludir la persecución de policías civiles o de uniforme. Estamos eufóricos, con esa euforia que nace de la certeza juvenil de defender una causa justa. El sábado a la noche nos animamos a entrar al Baviera de Mendoza y 25 de mayo. Pareciera que nos encanta asustar burgueses. Uno de nosotros se trepa en una silla y empieza a hablar. No mucho, porque enseguida llega la policía y salimos corriendo. El domingo, en el Comedor Estudiantil repartimos volantes convocando a la marcha del lunes. Repartimos volantes y nos peleamos entre nosotros. Por primera vez -y no será la última- un flaco ojeroso y de frente despejada me acusa de «Gorila». Yo no tengo la menor idea de lo qué quiere decir eso, aunque advierto que no es precisamente un piropo. Por primera vez escucho hablar de la Unión Democrática y «de la FUA gorila que se enfrentó al pueblo en 1930, en 1945 y en 1955». Un trosko me imputa haber traicionado la revolución en España. Ni idea. La pedagogía es excelente. Regreso a casa y empiezo a hacer preguntas y a pedir libros. El lunes amanece nublado y a la siesta cae una leve garúa. A las seis de la tarde estamos en la esquina de San Martín y La Rioja. Somos muchos. Y desde los balcones de la calle la gente nos apoya. Somos jóvenes, somos estudiantes, somos justos. Hay una foto de El Litoral en la que me reconozco en la primera fila. Gabán azul y corbata. Dios mío, qué joven que era.

Noticia de: El Litoral (www.ellitoral.com) [Link:https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/300124-aquellas-jornadas-de-mayo-de-1969-cronicas-santafesinas-opinion-cronicas-santafesinas.html]

 

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