Las penumbras de la política

 

I

En una república democrática la paternidad del presidente es un asunto estrictamente privado. Así lo entendieron en su momento Julio Argentino Roca y Juárez Celman, dos mandatarios que fueron padres mientras ejercían el poder. Esperemos que la noticia el embarazo de la señora Fabiola Yáñez se mantenga en esa línea de discreción que distingue a una cultura republicana. Como ya lo dijera en otro momento, solo en una monarquía el embarazo de la reina es un acontecimiento por las consecuencias que provoca. No es nuestro caso. O no debería serlo. La maternidad de la esposa del presidente no debería ser más importante que la maternidad de cualquier mujer. Por lo menos eso es lo que se prescribe para una república democrática. Tal vez resulte inevitable impedir que las revistas de corazón y los programas periodísticos de la farándula se dediquen a trajinar con chismes y algunas que otras efusiones sentimentales. A ese tráfico de frivolidades, por lo general condimentado con el mal gusto del sensacionalismo y la cursilería en sus variantes más vulgares, no nos queda otra alternativa que resignarnos porque son uno de los rasgos desagradables pero distintivos de las sociedades contemporáneas, aunque sería de desear que desde el poder no se aliente el consumo de estas supercherías con la intención de obtener beneficios políticos cultivando empatías que, entre otras cosas, suelen disolverse en la nada.

 

II

La advertencia es pertinente, porque en la tradición populista criolla el culto al jefe, la jefa, el conductor o la conductora incluye la exposición pública de su mundo privado y de sus vínculos familiares. Vivimos en un país donde una presidente habilitó a su hija para que realice el acto simbólico más importante de legitimación del poder republicano: la entrega del bastón de mando. Y ese atributo la hija lo realizó invocando exclusivamente esa condición filial. Vivimos en un país donde el presidente del bloque de diputados del partido oficialista es una persona cuya distintiva virtud política es su condición de hijo. Vivimos en un país donde una diputada peronista proclama, sin que nadie la desmienta, que la vicepresidente encarna la voz del pueblo, un atributo que los jefes de las monarquías absolutas hubieran tratado de no pronunciar con tanto énfasis. Las reflexiones son oportunas porque casualmente en estos días se está por abrir un debate acerca del rango constitucional de la denominada «Primera dama». Debate que en particular incluye indagar acerca de privilegios que disfrutaría la actual primera dama, privilegios y ejercicio de privilegios que los argentinos hemos tenido la oportunidad de apreciar en estos últimos meses.

 

III

El ex ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires y actual candidato a diputado por el peronismo. Daniel Gollán, se lució en estos días con declaraciones cuya importancia decisiva consiste en que ponen en evidencia una concepción del poder y el modo en que se perciben ciertos dirigentes políticos. Como se sabe, Gollán declaró que si la gente hubiera tenido un poco más de «platita» en el bolsillo, el escándalo de Olivos les hubiera molestado menos. Algunos detalles importan destacar sobre los alcances de esta suerte de manifiesto político del actual candidato a diputado. Primero, la subestimación ofensiva del señor candidato a los ciudadanos. Y en este caso, las palabras hay que ubicarlas en un contexto cuyo rasgo trágico más distintivo es la cifra devastadora de más de cien mil muertos y una de las crisis económicas más desgarradoras de las ultimas décadas. En la frase del ex ministro late la idea de que a la gente se la compra. Un psicoanalista discurriría acerca de la capacidad del señor Gollán para proyectar en otros sus propias pulsiones y deseos. Para el aspirante a diputado, a la gente no se le solucionan los problemas reales, a la gente se la «arregla», es decir se la compra o, peor aún, se la consuela con migajas. En este aspecto el diminutivo de «platita» dice de Gollán más de lo que él quisiera o se animaría a decir. Si prestamos atención, observaremos que el diminutivo no disimula cierto tono despectivo. Hay derecho a suponer que Gollán está convencido de que todos en esta vida tenemos un precio.

 

IV

A juzgar por lo que puede apreciarse al primer golpe de vista, hay buenos motivos para suponer que la mirada política del peronismo no va más allá de los próximos dos meses. A esta ausencia de futuro, le suma la apelación compulsiva por lo que encarna el pasado en sus variantes más brutales. El gobierno nacional no solo que no tiene la menor idea de cómo llegar al 2023, sino que su exclusiva idea para arribar a los comicios de noviembre se reduce a vestirse con los atuendos de Papá Noel. Miles de millones de pesos destinados a dar vuelta, sea como sea, el resultado electoral de septiembre. ¿Cómo se pagará ese festival? Ni la menor idea. La añeja consigna «por una justa distribución de la riqueza», sustituida por el hábito miserable y canalla de la demagogia y la coima. La presencia distintiva de Juan Manzur y Aníbal Fernández en el nuevo esquema de poder confirman las peores suposiciones acerca de un populismo acorralado por sus errores, impotencia y vicios. Ahora ya no se recurre a la retórica de «zurdos», militantes de «género» y progres a la bartola. Se convoca para que decidan y tomen las medidas del caso a dos personajes decididos a actuar «sin miramientos» como dijera uno de ellos. ¿Qué quiere decir «sin miramientos»? Presten atención al currículum de Manzur y Fernández y obtendrán algunas respuestas.

 

V

En homenaje al realismo digamos que en cualquier provincia hay hampones, juego clandestino, trata de blancas y tráfico de drogas. Lo que diferencia a una provincia de otra es la mayor o menor impunidad. Digamos en homenaje al realismo que delincuentes hay en todas partes, pero el tema adquiere color castaño oscuro cuando los delincuentes no van a la cárcel, cuando los que deben perseguirlos no lo persiguen y cuando, además, los comisarios y funcionarios judiciales encargados de realizar esa tarea no solo que miran para otro lado sino que son cómplices. Todo esto se agrava cuando, además. el poder político está comprometido en esta red mafiosa. El comentario viene a cuento porque describe en sus líneas generales lo que ocurre en nuestra provincia de Santa Fe. Cuando esto sucede, la noticia se desliza desde los delincuentes hacia los que los protegen valiéndose de las estructuras del estado para hacerlo. Particular atención hay que prestar a políticos involucrados en este juego sucio. En Santa Fe no tengo motivos para sospechar que el delito esté apañado desde el Poder Ejecutivo, pero tengo sí razones para sospechar de una Cámara de Senadores que protege más allá de toda prudencia y de todo principio fundado en la igualdad ante la ley a un senador sobre quien hay fundadas sospechas sobre su complicidad con el crimen organizado. Alguna vez escribí que en Santa Fe el sistema político funcionaba con relativa normalidad. Y ponderaba en particular la alternancia en el Ejecutivo como consecuencia de la disposición constitucional que prohíbe la reelección. Un amigo me advirtió que si bien algo de razón tenía, debía observar con más detenimiento lo que sucedía con la Cámara de Senadores y en particular de los privilegios que dispone. ¿El Poder Ejecutivo se parece a Mendoza o Córdoba, pero la Cámara de Senadores se parece a Formosa? Vaya uno a saberlo. Más allá del debate que puede abrirse alrededor de este tema, convengamos que como consecuencia de las declaraciones del «empresario» del juego Leonardo Peiti, hay fundados motivos para sospechar que algunos senadores están seriamente comprometidos con el hampa, sospecha difícil de confirmar o descartar por el empleo abusivo que se hacen de los «fueros». Traferri es peronista, pero se habla también de un senador radical cuyo nombre se mantiene en reserva. Demás aclarar que no es sus condiciones de peronistas o radicales lo que esta puesto en discusión, sino su posible condición de delincuentes, dudas que se disiparían si la justicia no estaría con las manos atadas debido a la coraza o barrera de fueros que desde hace rato son más privilegios que garantías.

 

 

Noticia de: El Litoral (www.ellitoral.com) [Link:https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/320571-las-penumbras-de-la-politica-cronica-politica-opinion-cronica-politica.html]

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *