CUARENTA Y OCHO
Silvana:
Perdoname que te escriba, pero hay algo que quiero contarte porque solo vos me podés entender. Me imagino que te sorprenderá recibir esta carta, pero yo soy la primera sorprendida escribiendo una carta, algo que la última vez que lo hice debe de haber sido en el secundario y el destinatario era un novio que estaba haciendo el servicio militar. Pero como para acordarme de mis novios ando yo. Escribo lo que me sale pero no sé cómo decirte lo que me pasó. Doy vueltas y vueltas y no encuentro las palabras adecuadas, tal vez porque ni yo me animo a decírmelas a mí misma. Las cosas ocurrieron más o menos así: el sábado pasado, deben de haber sido más o menos las once de la noche, golpearon la puerta de la residencia. Yo estaba sola en mi pieza porque Marta me avisó que se iba y no volvía hasta el lunes, algún noviecito me imagino. No atendí a los llamados porque pensé que estabas vos con Matilde, pero como nadie salió y siguieron llamando fui a atender. Era Montaner, tu amigo. Preguntó por vos y le dije que habías salido; preguntó adónde, porque vos sabrás mejor que yo que es muy preguntón, pero no le contesté nada preciso, creo que le dije que al cine o al teatro. Ya estaba por cerrar la puerta, cuando me preguntó si lo dejaba pasar. Lo miré con desconfianza porque ya te dije que ese muchacho me daba un poco de miedo, algo que debería de haber tenido en cuenta porque, como dice mi hermana, las mujeres tenemos que hacerle caso a esas intuiciones. Te la hago corta: lo dejé pasar. Y vos me preguntarás por qué lo hice. Y yo tendría que contestar que lo hice porque soy una estúpida, aunque en ese momento si le abrí la puerta -y te juro que no te miento- fue porque me dijo, como al pasar, que tenía un mensaje de Lucio, de Lucio Visconti. Yo sé, porque alguna vez Lucio me lo dijo, que ellos son del mismo pueblo y que si bien hay una diferencia importante de edad, son amigos…además…vos sabés que a mí Lucio me gusta y, casualmente, el viernes en la facultad me preguntó si el domingo, después del Comedor, no me gustaría ir a tomar mate al Parque Garay. Y yo, como te imaginarás, me hice la interesante un rato, pero después le di a entender que podríamos hacerlo, pero que en todo caso me llamara por teléfono porque tenía un compromiso –no me acuerdo bien qué le dije- pero eran mentiras, porque yo lo que quería era salir con él. O sea que cuando me dijo que tenía un mensaje de Jorge, yo, como una chorlita caí en la trampa. ¿Por qué te digo la trampa? Porque lo hice pasar y no sé cómo se las arregló, pero al rato estábamos conversando en mi cuarto porque me dio vergüenza llevarlo a la cocina que estaba toda sucia, y en el living no podíamos estar porque los sillones están repletos de libros y papeles. Ya te estarás imaginando lo que pasó. Al principio todo iba bien. Él se sentó en el sofá, ese que trajo Marta de casa, se sentó, se acomodó como si estuviera en un bar y se puso a hablar como si me conociera de toda la vida. Me contó desde cuándo lo conocía a Lucio, contó anécdotas que me hicieron reír, me dijo –el muy maldito- que se sentía algo así como su hermano mayor. Yo mientras tanto había preparado café y estaba hasta contenta porque me gustaban todas las cosas que decía de Lucio. Lo que pasó después no sé cómo contártelo porque me da mucha vergüenza, pero si decidí escribirte es porque si no se lo cuento a alguien me voy a volver loca. Abusó de mí. Así como lo leés. Me violó, el muy hijo de puta. Yo te dije una vez que ese tipo me daba miedo, pero nunca pensé que se iba a animar a tanto. Bueno…se animó. Me estaba hablando de Lucio, en algún momento me tomó de la mano. Vos sabés que eso no significa nada, pero como dice mi hermana, después de tomarme la mano me tomó el brazo y cuando quise darme cuenta estaba en la cama. Te lo juro que me resistí, pero no pude hacer nada. No me pegó, menos mal, porque si lo hubiera hecho la desgracia sería completa. No me pegó, pero se dio el gusto. Yo sé, Silvana, que él es tu amigo, pero por la manera que se comportó conmigo me queda claro que yo no soy la primera. Vos me preguntarás por qué no me defendí, por qué no grité. Te juro que quise hacerlo, pero me tapó la boca. Y después yo misma me di cuenta de que no serviría de nada gritar porque en casa no había nadie. Y vos sabés que los únicos vecinos que tenemos son esos dos viejitos medio sordos que a esa hora están durmiendo. Además, si hubieran oído algo, ¿qué iban a hacer? O sea que este hijo de mala madre me violó y lo hizo invocando la amistad con vos y, lo más perverso, la amistad con Lucio. Mi querida Silvana, mi amiga del alma: vos sos la única a la que le puedo contar esto, porque sos la única que me puede entender. Te imaginarás que si se lo cuento a mi hermana me mata. Y sino me mata hace algo parecido, porque, conociéndola como la conozco, no me extrañaría que le vaya con el cuento a papá y mamá…y te imaginarás cómo pueden tomar ellos esa noticia, cómo les puede caer que su hijita del alma fue violada por un degenerado. Además…están viejitos los pobres…y una noticia así podría matarlos. Vos me preguntarás qué pasó después, qué pasó después de la violación. Y nada, no pasó nada. Yo me puse a llorar y el muy perverso se reía. No se reía carcajadas, pero se reía como si la situación lo divirtiera. O como alguien que está seguro de que lo que hizo está bien hecho. No solo reía sino que pretendía consolarme. Y es acá donde quiero contarte otra cosa, algo que me da un poquito de vergüenza pero como ya te dije, vos sos la única que me puede entender. Él esa noche durmió en casa, Sí, así como lo escuchás. O, mejor dicho, como lo leés. Se quedó a dormir. Y a la mañana desayunamos en ese bar que esta en la esquina de casa. Era domingo y no había mucha gente, por lo que salvo el mozo nadie nos vio juntos. ¿Es necesario que te cuente que esa noche hicimos el amor una vez más y a la mañana volvimos a hacerlo? Adivinaste: fue así. Pero como te darás cuenta, después que se fue me puse como loca. Yo lo quiero a Lucio, estoy enamorada de Lucio y resulta que paso la noche con ese tipo que me violó, con ese tipo que me da miedo, pero no sé por qué me gusta estar con él. Es más, el domingo a la noche nos encontramos en esa confitería que está en el centro, esa que te gusta a vos, y después nos fuimos a un hotel. ¿Cómo puede ser que me pase eso justamente a mí? Yo no me hago ninguna ilusión con ese Montaner, pero cuando estoy en la cama con él lo que menos me importa son las ilusiones. Es más, el muy desgraciado me dijo que piense nuestra relación como un curso amatorio, un curso acelerado y de excelencia. Y me lo decía y se moría de risa. Y yo al principio me enojé, pero al rato también me reía. ¿Qué hago Silvana? Vos me dirás que la corte, pero no puedo hacerlo; cuando él me habla es como si me hipnotizara…hipnotizarme…eso…no le puedo decir que no. En algún momento se me ocurrió pensar que me ponía algo en la bebida, alguna pastilla, alguna porquería, qué se yo, algunas de esas cosas que siempre se le ocurren a mi hermana, la que nunca se cansa de recomendarme que cuando salga con un hombre no me distraiga y preste atención a que me pueden meter alguna droga en la bebida, una de esas drogas que excitan a las mujeres y terminamos en la cama con cualquiera. Yo me acuerdo que con una amiga nos reíamos de esas ocurrencias, pero ahora sinceramente no sé si no estoy hechizada…pero no…soy estúpida pero no tanto. Ahora bien: ¿si no estoy drogada, por qué voy a la cama con un tipo de esa calaña? ¿Qué va a decir Lucio si se entera? Porque estas cosas siempre terminan sabiéndose, mucho más en esa cueva de chismosos que es la facultad ¿Qué va a decir Lucio? ¿Cómo se lo explico? ¿Y si se lo cuente Montaner, muriéndose de risa? Como diciéndole: mirá tu noviecita del alma, es una puta que yo me la paso cuantas veces quiera. ¿Qué no sería capaz a de hacer eso? Mirá Silvana, ese tipo es capaz de cualquier cosa. Y te lo digo yo que estoy aprendiendo a conocerlo. Silvana, estoy asustada o, mejor dicho, confundida. Encima, el otro día me contó que alguna vez estuvo en la cama con mi hermana Marta. El muy hijo de mala madre. Por eso Marta lo odia tanto. Capaz que también a ella se la violó. ¡Que vergüenza! Pero no, conociéndola a mi hermana y conociéndolo a él como ahora lo conozco, estoy segura de que no necesitó violarla; estoy segura de que la muy perra se entregó chocha de la vida y asi le fue. Yo por lo menos me resistí….te juro que me resistí, pero ella…por favor…. Bueno Silvana, con esto me despido. Otra vez te pido disculpas por usarte de paño de lágrimas, pero estoy sola y no tengo con quién hablar. Lo que me pasó, coincidirás conmigo, es terrible, aunque, como se dice en estos casos, no hay mal que por bien no venga, porque Montaner se ofreció a ser el correo entre Lucio y yo. Al principio, cuando me lo dijo, me dio rabia y vergüenza, porque encima se reía…él siempre se ríe, como si todo esto lo divirtiera mucho, pero al final su idea me pareció oportuna. Además, como me dijo la otra noche, él no es celoso y si alguna vez la relación entre nosotros, entre Lucio y yo, se formaliza, él no tiene ningún problema en dar un paso al costado con la conciencia tranquila, porque había hecho de mi su mejor alumna. Así me lo dijo. ¿Vos podés creer que sea tan descarado?. Un beso grande mi amiga del alma. Norma.