LIVIA Y SILVANA

CINCUENTA Y SIETE

-No sé qué decirte Silvana, sinceramente no sé qué decirte.

-No espero que me digas nada.

-No me tomés por boluda.

-Jamás se me ocurriría ponerte en ese lugar, Livia

-Entonces pongamos las cosas en su lugar.

-¿Un juego de palabras?

-Tal vez, Silvana, tal vez…

-Juguemos entonces; juguemos en el bosque mientras el lobo no está.

-¿Tengo que pensar, mientras Kraus no está?

-Kraus no está, pero está Martini.

-¿Ah si?…no me había dado cuenta,

-Livia, volvemos a lo mismo, ¿pasa algo entre Kraus y Martini?

-¿Tiene que pasar algo?

-Es lo que intento preguntarte.

-Si pasa algo entre ellos, no es a mí a la que se lo van a decir.

-Vos no sos una mujer que necesitan que le digan algo para descubrir lo que importa.

-No me sobrestimes Silvana.

-Eso dalo por hecho.

-Entonces sabrás que si sé algo no lo voy a andar desparramando por la facultad.

-No pretendo tanto.

-Tampoco se me ocurriría decírtelo a vos. Y perdóname si soy sincera

-Estas perdonada desde ya, pero no importa, no es necesario que me digas nada, pénsalo nada más.

-No tengo nada que pensar. Además, estás dando por sentado que sé algo.

-Yo y vos sabemos que algo hay. Y no hace falta que se se lo contemos a todos

-¿Me permitís ahora preguntar a mí?

-Pero como no…

-¿Por qué te importa tanto saber lo que pasa entre Martini y Kraus?

-¿Te digo la verdad o te digo una mentira?

-Si la verdad es la que yo me imagino, me da lo mismo que me digás una cosa o la otra.

-No, por ahora te voy a decir la verdad. Y la verdad es esta: Kraus no puede seguir donde está.

-¿Y se puede saber por qué tanta preocupación por Kraus?

-Si te digo que la facultad y el movimiento estudiantil no se merecen que un tipo así sea su dirigente no me vas a creer.

-Exacto, no te voy a creer.

-Pero no hay otra razón.

-A lo mejor no hay razones, pero hay otras cosas, más emotivas, menos racionales…

-Lo que decís puede valer para alguna de las chicas que se pasean por esta facultad, pero vos y yo Livia nos movemos por razones.

-No estés tan segura, por lo menos en mi caso yo no estaría tan segura acerca de mi racionalidad.

-Yo si lo estoy con la mía; y por lo que te conozco vos no sos muy diferente.

-Vos lo que querés decir es que las putas como yo somos racionales.

-Sos vos la que llegás a esa conclusión.

-Lo que sea, pero tenés razón, las putas usamos más la cabeza de lo que el común de la gente supone, pero somos sentimentales, sentimentales y coquetas como dice el tango.

-Supongo que en nombre de todas esas cosas podemos entendernos.

-Supongo…pero la pregunta de fondo mi querida Silvana es la siguiente: ¿Qué gano yo en todo esto?

-No termino de entenderte.

-Claro que me entendiste: querés saber qué pasa entre Martini y Kraus, porque seguramente lo querés cagar a Kraus.

-Ponele que sea así.

-Bueno, supongamos, supongamos aunque sea por un momento, que yo estoy dispuesta a decirte algo…¿vos que me das a cambio?.

-No sé…no se me ocurre nada por el momento.

-Hace un rato hablaste de la racionalidad. Te darás cuenta que lo que te estoy planteando es absolutamente racional.

-Puede ser, pero por el momento, en serio, no se me ocurre que te puedo dar a cambio.

-Pensalo.

-Dame alguna pista.

-Ya habrá tiempo, pero por el momento que te quede claro que estoy dispuesta a colaborar con vos, pero no te va a salir gratis.

-¿Me permitís invitarte este whisky?

-No Silvana, invito yo. A mí me invitan a tomar whisky los hombres en el cabaret; pero en la facultad las copas las pago yo.

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