NENUCHA

NUEVE

Bar de la facultad. Más o menos las seis de la tarde. Nenucha Morante está sola. A su alrededor hablan, ríen, saludan, pero ella está sola. Pidió un café, se acomodó a la mesa que da contra una de las columnas y espera. Sabe que él no vendrá pero lo espera. Sabe que no vendrá porque se lo dijo, porque le confirmó una vez más que la historia, su miserable historia de amor, se dice a sí misma, ha terminado. Las puertas del bar se abren a cada rato. Entra y sale gente pero él no aparece. Y ella sabe, claro que lo sabe, que no va aparecer. Lo extraña. ¿Quién hubiera dicho? Enamorada como una tonta de un tipo que el primer día que lo conoció le dijo que su novia lo esperaba en su pueblo de Entre Ríos. Y ella confiada en que iba ganar la pulseada, que el enamorado era él y no ella. Idiota. Confiada en ser la mina más linda de la facultad, confiada en que podía manejar a los hombres a su gusto. ¿Cómo fue que se enamoró de él? No lo sabe. Y tampoco le importa saberlo porque lo que queda claro es que la enamorada es ella. La enamorada sin esperanzas. Un trago de café y el pañuelo en la mano. El pañuelo en la mano para secarse las lágrimas. Llora. Justamente ella. Llora y no puede dejar de hacerlo. Tampoco le importa. Seguramente algunos la están mirando. Mirando cómo llora la mina más linda de la facultad: abandonada, engatusada como una sirvienta catamarqueña, como le gusta decir a Pimpi, Pimpi Traverso, su amiga del alma. La misma que en este momento acaba de salir de clase y se acerca a su mesa con un pocillo de café en la mano. Es flaca, rubia, el pelo alborotado. Tal vez no sea linda, evidentemente no lo es, pero se las ingenia para que todos los hombres la miren. Pimpi apoya el café en la mesa de su amiga, después se dirige a la mesa donde está Suñer acompañado de dos amigos, algo le dice en voz baja y regresa con Nenucha.

-Dos horas aguantando al plomo de Derecho Penal –es lo primero que Pimpi le dice a su amiga que está secándose las últimas lágrimas.

Nenucha la mira. Como para escuchar quejas de los profesores está ella. Pimpi se acomoda el pelo. En realidad lo revuelve con la mano y después prende un cigarrillo; tal vez en ese momento advierte que Nenucha estuvo llorando.

-Nos peleamos, se fue de casa –dice sin esperar la pregunta.

Pimpi la toma la mano y calla.

-No me quiere, la quiere a la estúpida de la novia que la espera en el pueblo.

-El estúpido es él –dice Pimpi- el pelotudo no sabe la mina que se pierde.

Otra vez las lágrimas de Nenucha. Ahora se acomoda en la silla como tratando de ocultarle al salón esas lágrimas.

-Esta noche hay una fiesta en el Club Universitario porque se recibe el Negro Salcedo.

Mueve la cabeza como diciendo que no va a ir

-A lo mejor él está. Es más, estoy segura que va a ir.

-Seguro que va a estar acompañado de la estúpida.

Pimpe ríe.

-¿Y quién dice que no consigas compañía? Ya sabés que a un clavo lo saca otro clavo.

Nenucha vuelva a mover la cabeza y se tapa la cara con la mano. Pimpi suspira impaciente y pasea la vista por el salón.

-Vamos señorita Morante, cuántas veces nos dijimos que ningún hombre se merece una lágrima nuestra.

Nenucha intenta sonreír pero es inútil. Además, no puede sacar la vista de la puerta esperando algo. Esperando que la puerta se abra y entre él, el Bayo Barale, con sus bigotes rubios, su eterna sonrisa,  esa remera celeste que ella le regaló hace menos de un mes.

-No aflojés Nenucha; no le des el gusto que le digan que te vieron llorando. ¡Qué dejás para mí entonces!

Lo dice de una manera particular, porque Nenucha por primera vez desde que su amiga se sentó a la mesa decide prestar atención a algo más que no sea su dolor.

-Si, como escuchaste…esta mañana me entregaron los análisis…estoy embarazada de tres meses…

-Mentira.

-Ojalá sea mentira.

¿Y qué vas a hacer?

-Nada, lo voy a tener.

-Vos estás loca.

-A lo mejor; pero lo voy a tener lo mismo,

-¿El padre es Víctor?

-No, no es Víctor.

-¿Cómo que no es Víctor?

-Porque yo sé que no es Víctor.

-¿Y entonces?

-Es del hijo de puta que está sentado en aquella mesa.

-¿Quién?

-Bajá la voz porque no quiero que toda la facultad sepa que estoy embarazada…si…es el que está mirando para acá…Suñer…Camilo Suñer.

-Vos me estás hablando en joda.

-¿Te parece?

-Entonces estas más loca que yo…Pimpi…por Dios…pensalo,..¿qué van a decir en tu casa?…¿qué vas a hacer con la facultad?

-En mi casa van a hacer lo de siempre: mirar para otro lado, se van a hacer los distraídos y después van a dejar que me arregle sola.

-¿Y a él ya le dijiste que va a ser padre?

-Para qué…¿para que me arda a puteadas? ¿Para que me diga que las mujeres para lo único que sirven es para cagarle la vida?

-Qué se haga responsable.

-La irresponsable soy yo Nenucha. Si yo sabía muy bien en qué tolderías me estaba metiendo.

-Vos estás totalmente loca.

-Mirá la que habla.

Las dos se ríen, una risa corta, nerviosa, pero risa al fin.

 

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