La liga de gobernadores peronistas

La reunión de gobernadores celebrada el pasado viernes en la ciudad de Resistencia, Chaco, elaboró un documento que enumera los previsibles reclamos de las provincias al poder nacional: coparticipación, abastecimiento energético, descentralización de las políticas sociales.

El texto manifiesta la preocupación por el actual clima político nacional y sus firmantes se comprometen a realizar los esfuerzos necesarios para superar la “grieta” que divide a los argentinos. “Por una Argentina justa y federal en unidad nacional”, podría muy bien ser su consigna central.  Hasta aquí, un trazo amplio de los hechos, pero en política a nadie se le escapa que los trazos amplios expresan verdades demasiado generales como para explicitar la trama a veces visible, a veces invisible del poder.

Por lo pronto, esta “Liga de Gobernadores” muy bien podría calificarse como “Liga de gobernadores peronistas”, como lo manifiesta la presencia de doce mandatarios de este signo político, más dos vicegobernadores también peronistas. En reuniones de este tenor, se sabe que las ausencias suelen ser tan importantes como las presencias. En primer lugar, a la ciudad de Resistencia no fueron los gobernadores no peronistas, y si bien la declaración deja entrever una convocatoria más amplia hacia el futuro, hay buenas razones para suponer que ni los convocantes ni los convocados creen demasiado en esa posibilidad. Hablo de los gobernadores radicales de Mendoza, Corrientes y Jujuy y del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

La otra ausencia “ruidosa”, es la de los gobernadores de Córdoba y Santa Fe, ambos de signo peronista, pero cuyas diferencias, en algunos casos evidentes, en otras sugeridas, con los asistentes a Resistencia, son públicas. Juan Schiaretti y Omar Perotti presentaron las consabidas excusas para no estar en esa reunión, pero a nadie se le escapa que ninguna excusa alcanza a disimular la voluntad de no asistir a una convocatoria en la que recelan sobre los posibles alineamientos de una Liga a la que le cuesta bastante -además de su condición de peronista- su discreto alejamiento del poder nacional y su vaga proximidad a algunos de los recientes enunciados de Cristina Kirchner.

Perotti y Schiaretti no solo no asistieron, sino que además no firmaron el documento. No estamos entonces ante un problema de agenda, como sugirió el mandatario santafesino, o algunas diferencias acerca de la Hidrovía, sino ante un desacuerdo que va más allá de la anécdota.

Esta “Liga de gobernadores”, por lo tanto, debe ser interpretada atendiendo las diversas estrategias de poder en juego. No se equivocan los firmantes del acta constitutiva cuando recuerdan una verdad que ya estuvo sugerida en el pacto federal del 4 de enero de 1831: que las provincias preexisten a la nación.

Pero el solo hecho de recordar este principio revela un posicionamiento respecto de un gobierno nacional del cual sus mandatarios no parecieran estar del todo satisfechos.  Las provincias -se sabe- expresan el poder territorial con sus tradicionales reclamos respecto de una coparticipación que nunca terminó de reglamentarse, omisión que en política nunca es inocente.

Pero en un plano menos visible, aunque no menos intenso, está jugando la interna peronista o la crisis de representación en un peronismo a cuyos principales dirigentes no se les escapa que en las actuales condiciones la oposición dispone de muchas posibilidades, demasiadas para su gusto, de ganar en los comicios presidenciales previstos para el año que viene.

En ese contexto, demandas como la descentralización de los planes sociales o las mención a la persistencia de elevados índices inflacionarios, dan cuenta de un alejamiento de Alberto Fernández y un deslizamiento hacia los planteos de Cristina Kirchner.

Deliberadamente recurro a los términos “deslizamiento” o “alejamiento” para enfatizar los matices e incluso las ambigüedades de este proceso político en el que el peronismo, a través de quienes representan su poder territorial, intenta elaborar una estrategia en la que no están ausentes las dudas propias de todo proceso político.

Puede que esta agrupación de mandatarios provinciales naufrague en la indiferencia o en la retórica irrelevante; puede que amplíe su base territorial y puede que sea el fundamento de la estrategia electoral del peronismo para los próximos comicios, una estrategia que podría consagrar liderazgos conocidos, como constituir uno nuevo. “Liga de gobernadores” fue el nombre con el que se conoció la estrategia de Julio Argentino Roca para ganar el poder y luego gestionarlo.

Por supuesto, los actores y el escenario de 1880, poco y nada tienen que ver con el actual, pero si algo se mantiene constante a lo largo de la historia, porque hace a la naturaleza misma de la política, es el tema central que la constituye desde los tiempos de Maquiavelo, o desde mucho antes. Y al respecto, convendría recordar la frase de un conocido político ruso de principios del siglo XX: “Todo es ilusión, menos el poder”.

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