Un periodista inglés y un periódico en el Río de la Plata

Un periódico y un periodista en el Río de la Plata, ambos ingleses: The British Packet and Argentine News y Thomas George Love. La publicación salió por primera vez a la calle el 4 de agosto de 1826 y cerró el 25 de septiembre de 1858. Esto quiere decir que se mantuvo alrededor de treinta y dos años, un verdadero récord para tiempos en el que el promedio de vida de los periódicos era de unos seis meses.

A la hora del balance The British… publicó a lo largo de esos años alrededor de 1.600 ejemplares, la mayoría de los cuales se conservan en archivos. El diario salía los sábados y estaba escrito en inglés. Se dirigía a los residentes británicos en la ciudad, a los vecinos de Buenos Aires y a los habitantes de Gran Bretaña relacionados con Buenos Aires.

Alguien tiene derecho a preguntarse sobre el sentido de referirse a un diario extranjero editado por un extranjero. Hay varias respuestas a esta pregunta, algunas formales y otras de fondo. Vamos a las de fondo. Sin exageraciones se considera el diario mejor escrito en aquellos años. Lo que sorprende es la actualidad de su prosa: frases breves, información precisa, ironías, sutilezas, opiniones discretas pero claras, y todo ello sostenido por una exquisita cultura universal que nunca es pedante o exhibicionista; por el contrario, es discreta y sugerente.

Por su parte, Love es el periodista con cuya actividad más nos podemos reconocer ciento ochenta años después. Escribe; está atento a la información política y financiera, pero también cotidiana; organiza la publicidad; defiende la independencia del periodismo, sostiene con cada uno de sus actos una ética profesional por lo que es el testimonio de un periodista tal como lo conocemos ahora.

Paul Groussac que no fue complaciente con nadie, sino todo lo contrario, dice de Love y su diario: “Su tono habitual es la ironía risueña y sus crónicas sociales, teatrales y callejeras son deliciosas, a diferencia de la desesperante indigencia de otros periódicos que sólo contienen vociferaciones y adulaciones oficiales. Nutrid en las letras clásicas, Love prodiga las citas de Virgilio y Shakespeare a propósito del baño en el río, de las bandas musicales de los cívicos que tocan en la Alameda o en la esquina de las calles Perú y Victoria”.

Si para los historiadores un diario que merezca ese nombre es un documento de su tiempo, un documento que incluye la vida cotidiana de un pueblo, The British… cumple al pie de la letra con esas exigencias. A las informaciones políticas, diplomáticas, financieras y militares, le suma “detalles” y curiosidades de la vida social que nos permite saber no sólo lo que se pensaba o sentía, sino cómo se vivía todos los días. A través de sus páginas, editadas en español por la editorial Solar-Hachette, con el título “De Rivadavia a Rosas”, palpitamos lo cotidiano, ese detalle tan valioso para los historiadores que desean reconstruir una época y que The British lo expresa con una notable y actualizada excelencia periodística.

Se sabe que el idioma inglés es despojado, conciso, práctico. Alguna vez alguien dijo que el logro de Borges consistió en escribir en español con estilo inglés. Cierto o no, lo interesente es la escritura de los artículos de The British… pero también su inquietud por registrar aquello que hace a las rutinas de la vida. A través de The British conocemos cómo se vestían los habitantes de Buenos Aires, dónde almorzaban y cenaban, cuáles eran los cafetines disponibles para reunirse con los amigos, qué conciertos y funciones teatrales preferían, adónde iba la gente cuando hacía calor y dónde se refugiaba cuando llegaba el frío, cómo se divertía en carnaval, cuáles eran sus lugares preferidos para pasar los fines de semana.

En los primeros números, los temas políticos son tratados con suma prudencia. Love era un maestro para decir lo que se debía decir sin generar asperezas. El periódico se presentaba como independiente, pero luego del fusilamiento de Dorrego -diciembre de 1828- se inclinará a favor de la causa federal y, con la discreción que lo distinguía, no eludirá sus simpatías por Juan Manuel de Rosas.

Para los amigos de las teorías conspirativas, para los críticos de las infamantes intrigas de la “pérfida Albión”, no deja de llamar la atención ese posicionamiento político del periódico. Lo que sucede es que, como dijera Lucio Mansilla, sobrino del Restaurador: “Ser inglés en el Buenos Aires de los años treinta: ¡qué pichincha!”.

No dejan de ser interesantes al respecto, las críticas de The British… al bloqueo francés y al posterior bloqueo anglo-francés. Las críticas incluyen a los diplomáticos ingleses y al propio primer ministro, pero la batalla principal de la publicación apunta contra la comunidad británica residente en Montevideo, interesada, por razones comerciales, en mantener el bloqueo, es decir, por las mismas razones que movilizaban a la comunidad inglesa de Buenos Aires para que se levantara.

Una editorial de Love durante el bloqueo es ilustrativa del pensamiento de este súbdito de la Corona: “¿Es la República Argentina miembro de la gran familia de naciones o es un mero feudo de las cabezas coronadas de Europa? El gobierno argentino sostiene lo primero; las escuadras de Inglaterra y Francia sostienen lo último”. Un historiador revisionista del siglo veinte no lo hubiera escrito mejor.

Thomas George Love, llegó a Buenos Aires desde el Cabo de Buena Esperanza en 1820. Había nacido en Londres en 1792 y sus aficiones fueron el comercio, la música, el teatro y la escritura. Como tantos ingleses en aquellos años, arribó al Río de la Plata movilizado por la curiosidad, el espíritu de aventura y la esperanza de hacer buenos negocios. A estos viajeros, entre los que podemos mencionar a Charles Darwin y William Mac Cann, les debemos las crónicas mejor escritas de su tiempo, una mirada culta, inteligente, a veces irónica, a veces afectiva, de lo que eran estos pagos en aquellos lejanos años.

Según se sabe, durante sus primeros años Love vivió en el hotel de la residente norteamericana Margaret Thorn, y luego en la posada de María Clarck de Taylor, la famosa doña Clara. En 1822 fue elegido presidente de la Sala Británica de Comercio de Buenos Aires. Una de sus primeras iniciativas será la creación de una biblioteca que llegará a disponer de más de seiscientos volúmenes accesibles a todos. La información financiera y comercial era precisa. Para 1829 y a iniciativa de Love, la Sala en cuestión decidió admitir a socios de cualquier nacionalidad.

Lo sorprendente y simpático en Love era su amor por Buenos Aires, un afecto expresado en pequeñas frases ocasionales pero bellas, en comentarios acerca de la belleza de las mujeres, la galantería de los hombres, el espectáculo de colores, bullicio, aromas y alegría de los días de playa o de las jornadas para celebrar las fechas patrias, o de aquellos viernes o sábados a la noche con salas de concierto y teatros abiertas para que lucieran su talento músicos que llegaban en los barcos y actores que en aquellos años eran tan reconocidos como nuestras estrellas contemporáneas.

En 1825 se publicó un libro titulado “Cinco años en Buenos Aires, 1820-1825”. Al libro lo firma “Un inglés”. Son crónicas de la vida porteña, crónicas tan bien escritas que los historiadores coinciden en afirmar que su autor fue Love. La imputación no es arbitraria. Según Groussac, Love era notablemente feo. Lo describe calvo, sin cejas ni barba. Feo, pero su humor y don de gentes eran exquisitos. Groussac se pregunta sobre ese inglés solterón y donjuanesco que nunca dejaba de cortejar con palabras inspiradas a las mujeres, sin perder la línea y ese estilo elegante y amable que por buenas o males razones se considera un patrimonio exclusivo de la cultura inglesa.

Love falleció a mediados de 1845 y sus restos descansan en el cementerio británico de la entonces calle Victoria. Su diario lo sobrevivió trece años. Mantuvo su estilo y su calidad , pero la ausencia de Love se notaba. Ninguna calle lleva su nombre y no me consta que alguna vez los periodistas le hayamos rendido un homenaje. Se lo merece por su profesionalidad, por la calidad de su escritura y por su amor a la Argentina.

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