MARA Y LILIANA

TREINTA Y CINCO

-A esta hora, Mara, el bar está más tranquilo.

-Es la mejor hora, porque a la tarde esto es un loquero.

-A mi me gusta ese tumulto, ese ir y venir de la gente, el rumor de voces.

-Hasta en los detalles se nota que sos peronista.

-Puede ser; me siento bien rodeada de gente, la soledad me hace mal.

-La soledad nos hace mal a todos Liliana, pero para mí la solución no es al multitud…es más prefiero estar sola que perderme en la vorágine de las masas.

-Una pasión colectiva puede ser una pasión noble.

-Habría que verlo caso por caso.

-El 17 de octubre por ejemplo…

-Paso… pero nos estamos saliendo del tema…a mí me gustan las reuniones, pero las pequeñas, donde todos somos importante y donde todos podemos ocuparnos de todos. Me gusta escuchar y que me escuchen y en la multitud eso no ocurre.

-Puede ser, pero un día de sol en la calle rodeada de gente tiene un encanto que no lo puedo expresar en palabras porque esas cosas se sienten, no se piensan.

-¿Y dónde te gustaría estar con Fanto : rodeada de miles de personas o sola, tomando una copa, escuchando música…?

-Una cosa no contradice a la otra. ¿O no te acordás esa canción que dice: “Y en las multitudes al hombre que yo amo”.

-Con el hombre que amo quiero estar a solas; en la multitud es uno más.

-El encanto está en distinguirlo a él en la multitud, como si estuviera iluminado y esa distinción solo es posible en medio de la gente.

-Esa distinción, precisamente, es la que valoriza la intimidad; esa luz es íntima, esa luz sagrada te saca de la multitud.

-¿No me digás que no es lindo caminar en la calle del brazo del hombre que querés?

-No lo sé; lo que sí sé es que las pasiones más intensas y placenteras se viven en la intimidad y a veces sola. Mencionaste un poema, yo ahora te menciono ese viejo poema de fray Luis de León: “¡Qué descansada vida/ la del que huye del mundanal ruido/ y sigue la escondida/ senda por donde han ido/ los pocos sabios que en el mundo han sido…”.

-Que rara que sos Mara, atea y citando el poema escrito por un cura.

-Sigo: “Vivir quiero conmigo/ gozar quiero del bien que debo al cielo/ a solas, sin testigo/ libre de amor, de celo/ de odio, de esperanzas, de recelo…”.

-Te admiro la memoria.

-Recordar aquello que uno ama no es memoria, es sensibilidad.

-Puede que tengas razón, Mara, pero yo necesito de la gente, estar con la gente para sentirme bien; necesito de los amigos, de su afecto, de su aprobación, disfruto de esas mesas donde todos hablan, comen, se enojan y se divierten…viven, están vivos

-Yo prefiero el mano a mano, Liliana…estoy más cómoda, siento que soy más importante pero sobre todo, la persona que está conmigo adquiere importancia.

-Y hablando de esos mano a mano que tanto te gustan…¿Con quién estabas hablando hace un rato?

-Con un periodista, Pablo Cerdán.

-¿Y que tal?

-¿Que tal qué?

-Qué te pareció.

-Un tipo inteligente.

-¿Algo más?

-No, mi querida Liliana, nada más.

-Preguntaba.

-Si claro…vos siempre tan inocente con tus preguntas.

-No soy inocente Mara, pero me tenés preocupada.

-¿Y se puede saber por qué?

-Vos sabés por qué…no te hagás la distraída.

-Liliana…terminamos el café y nos vamos al Comedor, antes de que se nos haga tarde.

-Tranquila, nos sobra tiempo.

-Esta noche podemos terminar de estudiar la bolilla que nos falta.

-¿Esta noche?

-Sí, por qué no

-¿No vas a ir a la fiesta del Negro Salcedo?

-No querida, gracias pero paso.

-¿No es que habían quedado amigos?

-Yo creo, Liliana, que la palabra “amigo” a él y a mí nos queda grande.

-Entiendo, pero en nombre de la buena educación bien podrías ir a la fiesta. Recibirse de abogado para él, vos misma me lo dijiste, es muy importante.

-Seguramente tendrá con quién festejarlo.

-¿Me equivoco o le estoy viendo la cola al diablito de los celos?

-No me hagas reír. Lo que más quiero es que el Negro se ponga de novio, se case y se olvide de que yo existo. ¿Y sabés por qué? Porque yo ya hace rato que me olvide de él.

-Fueron casi cuatro años Mara. Una no se olvida así nomás de un novio de cuatro años.

-Vos no te olvidarás. Yo a los muertos los entierro bien enterrados.

-Me parece que sos demasiada dura con el Negro. Y demasiada dura con alguien que decís haber olvidado.

-No te voy a negar que me costó olvidarlo, pero lo logré. Sufrí mucho y vos sabés que sufrí mucho.

-También fuiste feliz.

-Al principio; después fue un infierno.

-¿Un infierno que duró tanto tiempo?

-Y yo entonces era estúpida, aguantaba, lloraba, lo perdonaba. Y a los pocos días volvía a las andadas.

-¿No estás exagerando un poquito?

-Me quedo corta. Vos no sabés lo que es soportar a un tipo que llega borracho todas las noches, lo que es aguantar el olor a vino, las agresiones o su insistencia en hacerme el amor como si fuera una puta.

-Insisto, y perdoná que me meta, en que nadie está cuatro años al lado de alguien si no hay buenos motivos.

-Vos pensá lo que quieras. Lo que yo te digo es cómo viví esa relación. Te puedo admitir que el Negro cuando se lo propone puede ser muy agradable, que en sus buenos momentos es tierno y te hace sentir la mejor mujer del mundo, pero lo que yo recuerdo son las agresiones, las borracheras y después esas escenas humillantes de él llorando y pidiéndome que lo perdone.

-A mi no me desagrada un hombre que manifiesta sin vergüenza que me quiere.

-No se si el Negro me quería; a lo mejor alguna vez me quiso

-Hasta el día de hoy dice que sos la mujer de su vida.

-Yo creo que es un enfermo; creo que está enfermo.

-¿Y no pensás que si vas a la fiesta le vas a dar una alegría?

-No soy ya la que tiene que darle alegrías; él ya tiene quien se las dé.

-Sin embargo, cada vez que se emborracha habla de vos.

-Pobrecito, le gusta hacerse el sentimental en público…es un pobre tipo.

-Yo no lo calificaría con esos términos.

– Me quedo corta: es un pobre tipo y es un cobarde. Y todo lo que dice de mí y todo el teatro que monta acerca del amor que me tiene es una prueba de que está enfermo.

-Vos sabes que el Negro es medio tanguero.

-Lo siento por él y lo siento por el tango.

-O sea que me queda claro entonces que no vas a ir a la fiesta.

-Eso te tiene que quedar clarísimo.

-¿Te invitó?

-No, no se animó a hacerlo porque sabe que me lo voy a reír en la cara, pero movió todas las influencias para que me enterara de la fiesta.

-¿Y qué pasaría si te decidieras a ir?

-Muy sencillo, se arruinaría la fiesta.

-¿Cómo es eso?

-Te lo describo hasta en los detalles. El Negro ya está borracho desde hace rato. No bien me vea va a empezar a armar su circo. Primero tratará de llamar la atención gritando, haciendo morisquetas, contando chistes…todas esas cosas que él sabe hacer muy bien y que los amigos califican de carisma. Y como yo no le voy a llevar el apunte, pasará a su plan segundo, es decir, a armar escándalos. Empezará a agredir a algún amigo o a la mujer que está con él; y en algún momento se pondrá violento y querrá pelear con otro. Y finalmente se pondrá a llorar y a decirle a todos que me quiere y que yo soy una malvada y una perversa que voy a su fiesta para burlarme de él. Y si eso no alcanza, podrá recurrir a la otra variable, a denigrarme, a decir que no sirvo como mujer, que lo guampeaba con sus mejores amigos, que soy frígida…que me hago la rata cruel

-¿La rata cruel?

-Si, ése es su término favorito para dirigirse a mí. Creo que lo sacó de una letra de tango.

-Veo que lo conocés no solo por lo que hace sino por lo que va a hacer.

-Vos lo dijiste querida, son cuatro años juntos. Cuatro años de presenciar escenas parecidas; porque el Negro, ese Negro que vos conocés tan simpático, tan encantador, tan buen mozo, porque efectivamente es un buen mozo, es un personaje trágico, un personaje que inicia la noche riéndose y la concluye llorando, uno de esos personajes que terminan solos, abandonados por los amigos y las queridas, un pobre tipo en definitiva, un tipo hecho mierda por más título de abogado que haya sacado.

-Repito, ¿no te parece que sos muy dura con él?

-No soy dura, trato de ser justa. Pero en nombre de la justicia me parece que ya es hora de que nos vayamos al comedor porque no quiero cenar otra vez con un café con leche que es lo único que hay en casa.

-¿Vos no te enojas si esta noche no te acompaño?

-No pasa nada Liliana. Nos vemos mañana a las tres de la tarde en la biblioteca. Divertite y divertite mucho ya que a vos te gusta estar con la gente.

-Más que estar con la gente, me gustaría estar con René.

-Ahí te quería agarrar; mucha gente, mucha gente, pero lo que realmente te importa lo querés vivir solita.

-Me gustaría vivirlo…

-Mi querida, el consejo de tu amiga gorila: si René no te avanza avanzalo vos, no hay otra alternativa. Si no ejercemos el derecho de avanzar a los hombres que nos gustan, para qué mierda hablamos de los derechos de las mujeres.

-¿Algún mensaje para el Negro?

-Decile que digo yo que ahora que se recibió se decida de una buena vez y se pegue un tiro. Es el mejor favor que le puede hacer a la humanidad y a él mismo.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *