MONTANER Y SILVANA

Montaner sale de clase y se dirige a la biblioteca. En la escalera se encuentra con Silvana y ahora caminan juntos por una de las galerías del primer piso. En algún momento se sientan en uno de los bancos de madera ubicado al lado de la puerta de una oficina. Conversan.

-No me queda otra alternativa que felicitarte.

-Y yo te agradezco mucho, Silvana.

-¿Agradecerme qué?

-Tu reconocimiento.

-No agradezcas tanto que todavía falta lo más importante.

-Tiempo al tiempo.

-Tomate el tiempo que quieras, pero vos sabés muy bien que en estos novelones lo más importante es el desenlace.

-¿Y si yo te digo que está previsto un final feliz?

-Depende de lo que entiendas por final feliz.

-Que nos enamoramos.

-Se casan, son felices y todo con un fondo de violines.

-Algo parecido.

-Me lo imaginaba.

-¿Qué te imaginabas?

-Que te ibas a enamorar como un principiante de la hija del decano.

-Tu imaginación es temible.

-En esos tenés razón, pero además de temible es infalible.

-Silvana…enamorarse después de todo no es ningún pecado.

-No lo es si estás enamorado.

-Yo puedo llegar a estarlo.

-No te creo.

-Hace un rato me dijiste que esperabas que me pasara algo parecido.

– Lo dije en joda…vos no estás hecho para enamorarte Jorge. Y lo sabés muy bien. En esos somos parecidos, podemos divertirnos, pasarla bien pero no estamos hecho para padecer esa especie de enfermedad.

-A veces tu seguridad me asombra.

-Mientras no te dé miedo.

-Algo de miedo me da.

-Tranquilo, conmigo no tenés por qué tener miedo; pero volvamos a tus amoríos a la hora de la siesta.

-Son a toda hora.

-Pobre Jorge.

-Quedate tranquila que a lo mejor se me pasa.

-Eso espero.

-¿Y se puede saber por qué tanta esperanza?

-La palabra esperanza en estos casos no tiene ningún valor. Espero que así como te supiste meter en este baile, sabrás salir.

-Tranquila que yo sé hacer mi trabajo.

-Ése es el amigo que quiero.

-Ahora contame un poco de tu vida.

-No hay grandes novedades.

-Ahora soy yo el que no te cree.

-No me sobrestimes.

-Lo seguro es que nunca te voy a subestimar, menos después de lo que me enteré

-¿Qué te enteraste?

-Que te vieron tomando una copa con Kraus.

-Los chismes en esta facultad me tienen harta.

-¿Conversaste o no con él?

-Si, conversamos, pero no pasó nada

-Qué quiere decir que no pasó nada.

-Lo que escuchaste: no pasó nada. Nos encontramos de casualidad y me invitó a tomar una copa y acepté. Lo que no acepté fueron sus promesas amorosas.

-¿No es que estabas tan enamorada de él?

-Puede que lo haya estado en algún momento, pero ya te dije que a mí esa peste no me ataca.

-Sin embargo, cuando te enteraste de que la andaba revoloteando a Norma te pusiste como loca.

-No te voy a negar que me jodió, pero no por estar enamorada.

-¿Y entonces por qué?

-Que se yo, será porque no me gusta que me larguen, o porque soy mala perdedora.

-¿No te conocía ese costado encantador?

-Yo tampoco me lo conocía, pero ya que la nombraste, ¿cómo anda tu historia con Normita?

-Te lo defino en pocas palabras: es mi mejor alumna. Ahora lo que espero es que se entere su hermana.

-¿Y cómo vas hacer?

-Ya voy a averiguar; una posibilidad es que vos se lo comentes.

-No conviene…Normita confía mucho en mí.

-Con más razón. Y no me vas a decir que no sos capaz de hacer algo así por tu amigo.

-Hagamos una cosa: yo me encargo de que se entere Marta, pero vos te encargas de que se entere Kraus.

-¿Y de qué se tiene que enterar ese muchacho?

-Ya te lo voy a decir en su momento…¿a qué vas a la biblioteca?

-A sacar un libro que me pidió Adriana.

-Tan estudiosa, tan prolijita, tan buena hija.

-No seas jodida, es una buena chica.

-Eso lo que pongo en duda: que sea una buena chica. Yo no creo en estas mosquitas muertas que la van de buenas.

-Que las hay, las hay.

-Puede ser, es el segundo hombre en el día que me dice algo parecido de Adrianita.

-¿Y se puede saber quién fue el primero?

-Si te lo digo, ¿prometés no caerte desmayado?

-Prometido.

-Su padre.

-¿Dresser?

-Si, Dresser.

-Y vos, ¿en qué momento conversás con Dresser de esas cosas?…no me digás…

-Si te lo digo…¿o me vas a decir que él también es bueno y es un maridito ejemplar y un padre  bondadoso?

-Me dejas frío.

-Esa es una buena temperatura para hablar de estas cosas.

-¿Es en serio lo que estás contando o me estás agarrando para la joda?

-Vos sabes Jorge que en estos temas soy muy seria. Además, si vos te le animaste a la hija, ¿por qué suponés que tu amiga del alma no se le puede animar al padre?

-¿Y se puede saber cuándo empezó esta historia?

-Eso no te lo voy a decir. Conformate con saber que la historia existe y que va a continuar durante un tiempito más.

-No estés tan segura…en estas cosas nunca se sabe.

-Yo sí las sé. Nos vamos a divertir un tiempito más y punto. Como siempre, la que voy a decidir seré yo…andá a la biblioteca antes de que cierre.

-¿Y vos qué vas a hacer?

-Me voy a encontrar con tu suegro. Ah…me olvidaba…de esto se tiene que enterar Kraus.

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